lunes, 18 de agosto de 2014

Florencia de día

           Lo primero que hice nada más despertarme, fue abrir la ventana de madera de par en par y, seguidamente, despertar a mi hermano para empezar a “funcionar”. Claro, que al que aún estaba durmiendo no le hizo tanta gracia pero sino se despierta uno de los dos con decisión, ¡no nos despertamos ninguno!.

          Amaneció Florencia con nubarrones en pleno Julio, cosa que agradecimos después, ¿quién podía imaginarse un tiempo así en Italia y en verano?.

          El desayuno fue algo escaso, pero muy bueno todo y a mí que me encanta el dulce, no digo más; dos cappuccinos, dos cruasanes (pequeños) con mermelada de albaricoque a la que estaba totalmente enganchada junto con la bebida “Succo di Pesca”, es parecido al Nestea pero de melocotón y, según la traducción: zumo de melocotón.




          Nos dirigimos hacía la Piazza del Duomo para comenzar la visita sobre las 9:30 de la mañana y ya había una fila tremenda rodeando la Catedral Santa Maria del Fiore (fiore: flor , ya que el símbolo de Florencia es la flor de Lis) para subir a la Cúpula de Brunelleschi. Me acerqué al panel informativo pero no nos sirvió de nada, así que, sin más, nos pusimos al final a esperar suponiendo que venderían las entradas y media hora después, pudimos “entrar” para volver a salir.

          ¡Esto lo que tiene ser viajero!, “perderse y después encontrarse”, en nuestro caso para una hora después volver a entrar (¡bien!). En la oficina de turismo nos dijeron que las entradas se compraban en uno de los soportales donde se sitúan las tiendas de souvenirs, frente al Duomo. Fácilmente se podía confundir con una tienda si no pasas cerca.




          Comenzamos a subir y podemos decir que lo más sorprendente es como en un espacio tan reducido entre pared y pared, pueden subir y bajar tantas personas por el mismo sitio, tanto en la Cúpula de Brunelleschi (463 escalones) como en el Campanile de Giotto (414 escalones). Quizás sea cosa mía pero me causó mayor sensación de agobio la subida al Campanile que a la Cúpula (en los vídeos podréis visualizarlo mejor).

          Aún nos quedaba por visitar el Campanile y ya se acusaba el cansancio pero ¡merece la pena!. Os aconsejo subir a ambas, después podréis comparar las vistas (espectaculares) sumando la satisfacción de haberlo conseguido. Con lo que cuesta la entrada, el Battistero di San Giovanni cerrado (solo pudimos ver la Puerta del Paraíso) y el Museo dell' Opera en obras, tenía muy claro que iba a subir los 877 escalones.

          Del interior de la catedral no puedo decir mucho ya que me pareció bastante sobria, salvo los frescos de la cúpula pintados por Giorgio Vasari y Federico Zuccari. Podría decirse que todo lo recargado del exterior compensa lo austero del interior. Nos sentamos donde pudimos a descansar dentro y, de paso,consultar el mapa para continuar con el recorrido por la tarde, comer, etc.






"Cúpula de Brunelleschi (vistas desde el Campanile)"






"Campanile de Giotto (vistas desde la cúpula)"

          Salimos de nuevo a la Piazza y lo primero que nos impacto fue la masificación de gente frente a la “Puerta del Paraíso” y eso que estaba en periodo de restauración, si llega a estar abierto no sé que pasaría (¡lo que me costó hacerle dos fotografías!). Es increíble como un lugar puede perder encanto según la época del año o el momento del día, de no querer irte del lugar, a querer salir corriendo por no poder moverte, ni sentarte, ni ver un simple escaparate debido la afluencia excesiva de turistas siguiendo a los guías: “¡Sigan a la flor!”. Sin duda, me quedo con Florencia de noche.



"Puerta del Paraíso (Battistero di San Giovanni )"


          Terminamos de comer y nos dirigimos a la Piazza della Signoira (Plaza de la Señoría) para ver con luz las esculturas que se encuentran en el exterior del Palazzo Vecchio (Palacio Viejo), el edificio más característico de la plaza, y las que se encuentran Loggia della Signoria o Logia dei Lanzi.

          Pasamos por la Galleria degli Uffizi, unas de las espinitas con la que nos quedamos ya que había que sopesar gastos, hasta llegar al Ponte Vecchio (Puente Viejo). Son muchas las curiosidades que encontré antes de llegar a la Toscana y, las que se refieren al Ponte Vecchio, no tienen desperdicio: ¿Qué esconde el Ponte Vecchio?.

          Es uno de los lugares más enigmáticos donde detenerse, ya no solo para hacer la típica fotografía, sino, con el fin darse un tiempo para apreciar cada detalle del puente y alrededores del río Arno (si tienes un hueco donde apoyarte :D).

          Situadas a ambos lados del puente, nos encontramos con las famosas Joyerías. Era momento de ponerse en situación y pensar que, estos establecimientos estuvieron ocupados por los comercios (carnicerías) durante el siglo XVI hasta que fueron expulsados porque, todos los desperdicios iban a parar al río y el olor que dejaría todo aquello debió de ser insoportable. 




"Ponte Vecchio"

          Seguimos andando, sin rumbo ni mapas en ese momento. Dejamos el Ponte Vecchio atrás y sin darnos cuenta, nos topamos de frente con el Palazzo Pitti (Palacio Pitti), otro sitio al que tuvimos que dejarnos junto a con Jardines de Boboli.

          Este palacio (1458) fue mandado construir por los Pitti, una de las familias de banqueros y mercaderes florentinas más influyentes (junto con los Uffizi, strozzi, pazzi …). Más tarde, se arruinaron dejándolo inacabado y pasando a manos de sus adversarios, los Médicis (1549). Estos últimos llegaron a gobernar la ciudad durante más de tres siglos. 

           Nos sentamos a descansar en la explanada que había frente el palacio y continué tomando notas mientras pensaba en el primer gelato que me tomaría después ;) , camino a la Pizzale Michelangelo (Plaza de Miguel Ángel). Antes de reanudar la marcha hacía al mirador fuimos a ver la por recomendación de mi prima la Basilica di Santo Spirito, cerca del Palazzo Pitti. Es bastante grande y ocurre justo lo contrario que con Santa María de Fiore, siendo austera por fuera pero mucho que ver dentro.



"Palazzo Pitti"

          De vuelta a la Pizzale Michelangelo, se puede llegar hasta allí dando un largo pero bonito paseo rodeando el río Arno y buenas noticias para los vaguetes, ¡se puede subir en bus!. En este mirador están las mejores vistas de toda Florencia pero lo mejor, sería llegar a primera hora de mañana o cuando esté atardeciendo para observar como, a medida que amanece o atardece, el cielo va tomando distintas tonalidades. Es todo un espectáculo.



" Pizzale Michelangelo"

          Ya sobre las 19:30 de la tarde, nos pusimos en pie para regresar al centro de Florencia y visitar lo último que nos faltaba por ver según nuestro particular itinerario: Santa Croce (Basílica de Santa Cruz), lugar donde se encuentran las tumbas de Miguel Ángel, Maquiavelo, Rossini y Galileo (trasladados aquí en 1737). Tuvimos mala suerte ya que nos lo encontramos cerrado pero podemos decir que vimos gran parte de Florencia en un día y medio. Al día siguiente pusimos rumbo a !Siena! para pasar otros dos días inolvidables en nuestro paso por la Toscana.

Laura Calvo



"Santa Croce"

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